lunes, diciembre 26, 2005

Mi primera navidad


Tobías me dijo un secreto.
Que ésta ha sido la mejor navidad de su vida.
Que no importa si es la primera, porque no pudo ser más perfecta.
Que está muy agradecido de todos los que se acordaron de él, porque los regalos le encantaron.
Que se nota que se los hicieron personas que lo quieren mucho.
Que ya cuenta los días para que sea navidad de nuevo.

viernes, diciembre 16, 2005

Estos días


Me encanta esta época.
Me gusta pensar qué regalarle a cada persona y pasarme del presupuesto, pese a las quejas de Pablo.
No puedo dejar de imaginarme en que tal o cual cosa es el regalo perfecto para tal o cual persona.
El regalo perfecto.
Conozco la sensación de triunfo que se siente cuando das con algo que está hecho para una persona en particular y para nadie más.
Semanas antes de la pascua, comienzo la lista mental de los regalos que quiero hacer y me organizo para comprar sin apuro, sin calor, sin viejas tironeando las toallas de playa como si fueran la última del mercado.
Me encanta esta época y gran parte de ese sentimiento es porque me gusta mucho regalar. Si el bolsillo aguantara, de verdad que le haría regalos a todo el mundo. Me hace feliz, realmente.
No me estoy tirando flores. Para nada.
Me gusta regalar, creo yo, porque en muchas pascuas, por muchos años, yo me sentí la niña más afortunada del mundo con mis regalos.
Y pienso que, secretamente, todavía vuelvo a sentirme esa niña afortunada en esta época.
Este año tengo además, un motivo mayor para festejar.
Mi niño más lindo no entiende nada, pero igual me desvivo buscando SU regalo perfecto, que tiene que ser, de lejos, el mejor de todos.

lunes, diciembre 12, 2005

Sufragio


Ayer voté por primera vez en mi vida.
Nunca antes había querido inscribirme. La verdad, nunca me ha interesado mucho la política y en mi casa, han habido opiniones divididas desde que nací. Por lo mismo, creo, se desarrolló en mí una apatía frente a estos procesos. Una lata generalizada que recién este año dejé de lado para cumplir con mi deber cívico.
Ayer voté por primera vez en mi vida. Y como pocos chilenos, no hice casi nada de cola, no tuve calor y no pasó nada extraño en mi mesa.
Entregué mi carnet, entré a la urna y, reconozco, me emocioné con un leve aceleramiento en los latidos de mi corazón.
Me encantó votar.
Me gustó seguir los cómputos en la tarde.
Me levanté temprano al día siguiente para ver los entretelones en los diarios.
Me arrepentí tanto de no haberme inscrito para elecciones anteriores.
Pero como toda primera vez, fue única y fue buena.