sábado, octubre 22, 2005

Patch work








Tobías tiene cinco meses.
Se ríe a carcajadas cuando nos miramos al espejo.
Me recibe con la mejor sonrisa cuando vulevo del trabajo.
Mueve las patitas cuando le dan plátano.
Patalea como un salmón cuando lo metemos a la tina en las noches.
Habla solito mirando sus juguetes.
Esconde la cabeza en mis hombros cuando alguien se acerca y le da vergüenza.
Tose con la lengua afuera.
Se rasca las orejas como si fuera un perro.
Te quiero mi niño más lindo.

lunes, octubre 17, 2005

Ser o no ser (infiel)


Me ha tocado escribir y leer tantas cosas sobre la infidelidad estos últimos días, que no podía menos que parar y pensar un poco en el tema.
Fuerte lo de ser infiel. Pero fuerte lo de ser fiel también a esas alturas.
Recuerdo hace unos años cuando, aún soltera, fuimos con Pablo a ver una preciosa película italiana, El último beso. Llena de realidad, qué decir. Y de la realidad más brutal porque te hace sentido. Él la engaña a ella no porque ella sea bruja. O fea. O castradora. No.
Él la engaña a ella porque tal vez era su última oportunidad de probar otra cosa. De encamarse con alguien diferente.
Recuerdo que salí furiosa de ese cine en Montevideo.
Furiosa porque todo era tan real. Porque uno puede tener una relación de pareja buena. Sólida. Puede uno quererse mucho. Pero la infidelidad está ahí. A la vuelta de la esquina como mala pécora, esperando.
Me impresiona todavía la gente que se toma con demasiada liviandad el hecho de ser infiel. El hombre no está hecho para relaciones monogámicas. La mujer tampoco. El ser humano está condicionado a engañar a su pareja al menos alguna vez. Y puede llegar a convertirlo en un deporte, como, me he enterado, muchos lo practican.
¿Puede ser esto así? ¿De verdad puede ser? ¿En serio, no le importa a nadie, nada?
Me asusta. De verdad. Amo la libertad por sobre todas las cosas. Pero he aprendido que me gusta esa libertad en pareja, con confianza. Con al menos la intención de ser fiel por todo lo que se pueda.
Lo sé. No voy a escupir al cielo. Lo sé. Esos escupitajos son los que con más fuerza se te devuelven en la cara en un momento de salirse de contexto.
Tal vez es sólo porque he estado pensando demasiado últimamente en todo esto. Tal vez es por eso que me espanto.
Tal vez porque me acuerdo del final de esa película, los créditos, las luces encendidas, el acentito ese de los uruguayos tan parecido al de los argentinos y esa sensación de un hoyo en la guata, por lo fácil que se te puede escapar todo entre los dedos.
Cual arena.
Tal cual.

sábado, octubre 08, 2005

Me manifiesto


-Tengo derecho a dudar de ciertas decisiones que tomo aunque en el momento confíe en que son las correctas.
-A no tener respuestas frente a todas las preguntas.
-A equivocarme y empezar de nuevo aunque sea cien veces.
-A cambiar de opinión, sin que esto me haga una persona menos consecuente.
-A reconocer que muchas veces no sé lo que hacer.
-A no tenerle miedo a la incertidumbre.
-A no ver el futuro como un plan trazado sino como un dibujo con miles de aristas para agregar.
-A patalear sin motivo.
-A pedir y escuchar consejos, aunque la mayoría de las veces haré, finalmente, lo que yo quiera.
-A no ser perfecta y asumir que en los errores también hay una posibilidad de ser mejor persona.
-A sentirme feliz de las pequeñas cosas.
-A ser capar de reinventarme una y otra vez.
-A no avergonzarme de mis capacidades y ser capaz de sacar la voz para defender lo que considero justo.
-A tomarme en cuenta a mí misma: mis proyectos, mi apariencia, mi sexualidad, mis sueños.
-A exigir que me quieran de la misma manera en que yo lo hago.

jueves, octubre 06, 2005

Sin tiempo