lunes, noviembre 07, 2005

Música por los poros


El sábado estábamos en el recital de Gilberto Gil. Sentados, con el Ministro de Cultura de Brasil a pocos metros frente nuestro. Él y sus más de sesenta años. Él y su pelo rasta. Él y sus piernas flacas que no paraban de moverse al rimo de la música. Que placer estar ahí, a tan pocos metros de uno de esos músicos que te hacen sentir la música dentro del cuerpo.

Hay un ejercicio que hago desde que era muy chica. Me tiendo en la cama, ojos cerrados y algún disco previamente elegido puesto a un volumen medio. Trato de no pensar en nada. De concentrarme en la letra de la canción y en los acordes, hasta que en la pieza ya no hay cama, ya no hay nada. Solo eso, el sonido.

En ese momento es cuando siento, que la música no solo la escucho con los oídos, sino con todo el cuerpo. Hay alguna reacción, no sé si química, no se bien como explicarla, pero que hace que cada parte de mí, mis brazos, mi cabeza, mi espalda, se empapen de lo que suena en la radio.

La banda sonora ha cambiado junto con los años y los estados de ánimo.
Este mismo ejercicio lo hice alguna vez para relajarme, otras para llorar por un amor inconcluso, otras para, simplemente, escuchar con atención algo que no sea el ruido ambiente de siempre.

Cada vez tengo menos tiempo para hacer esto. Y el sábado con Gilberto Gil tuve una sensación tan parecida a mi ejercicio particular privado. El músico cantaba una canción de Bob Marley y de pronto, toda la gente a mi lado se desvaneció. No quedó más que el escenario y la música y la frase “Don’t worry about the things, ‘cause every little thing, it’s gonna be all right”.

Han pasado cosas, no importa cuales, pero esa frase, como nunca, me hizo tanto sentido. La escuché repetirse una y otra vez, con cada poro de mi cuerpo.
Gilberto y yo.
Bob y yo.

El concierto me sanó. Me llenó de música el alma. Me hizo sentir que todo iba a estar mejor, hasta las cosas más pequeñas.

Esa noche, después de muchos meses, pudimos dormir hasta el día siguiente sin despertarnos con nuestro hijo.

Esa mañana, todavía sin creer que eran las ocho, sentí que alguien me había mandado este regalo desde alguna parte.

10 Comments:

Blogger camafeo said...

En clases de expresión corporal, siempre hacíamos ese ejercicio. La profe decía: "se escucha con toda la piel". Poco a poco teníamos que ir sintiendo cada vibración de la música y otorgándole movimiento. Desde el dedo meñique del pie, a la oreja, e incluso mover órganos internos. La idea era entregar nuestro cuerpo a la música, yq ue la música nos invadiera.
Impresionante lo terapéutico que resulta eso.
Me acordé de mi amiga Carol, cuando una vez, mientras yo pasaba por una gran pena me dijo: "amigo, la música lo sana todo".
Que bueno que a tí te sanara también.

Un abrazo

Fco.

6:10 p. m.  
Blogger Shidi ! said...

La música la lleva. Escucharla, tenerla en vivo (más cuando son tus músicos favoritos). Recuerdo el recital de Pedro Aznar de este año. Yo estaba lejos, en el segundo piso del teatro, pero creo q su música hizo crecer el zoom de mis ojos, y en un par de minutos estaba disfrutando con él toda esa maravilla de ambiente.
Los recitales (y sonidos en la mente) son tesoros q nadie te puede robar.
abrazos
Shidi !

6:08 p. m.  
Blogger Miguelito said...

Asi vale la pena pagar lo que cuesta una entrada a un concierto, no?
Yo pongo música, y me pasa que hay ciertas canciones que a un volumen adecuado son capaces de erizarme la piel... y la piel muestra lo que me pasa por dentro... pero claro.... en una fiesta son pocas la veces que a uno le pasa eso de poder olvidarse de todo..

Saludos

3:42 a. m.  
Blogger Lorena Sánchez A. said...

Wow, que buen post!!!
Quiero agradecer tu visita a mi página.. y decirte que me encanta la idea que me incluyas en la pagina tpropongo.cl......
Cuenta conmigo!!!!

Respecto al post, realmente espectacular... clap clap clap. La música es la única que puede hacer salir de mí todas mis expresiones en su máxima potencia

Un abrazo y te sigo leyendo...

7:57 a. m.  
Blogger Mis Nuevos Aires said...

Debe haber sido increible estar ahí.. y esa canción es increible.. es casi como transportarse..
Hace poco dije que la música hace que me olvide de un mal día.. pero siento que es mas que eso..
Saludos y me encantó!!!

7:52 a. m.  
Blogger Francisca Westphal said...

Me gustaría contactarme contigo, es posible? por msn? correo? nada personal, solo razones blogueras... un abrazo

7:53 a. m.  
Blogger Vero said...

puedes escribirme a veronica.guarda@gmail.com
saludos!
v.

11:00 a. m.  
Blogger Javier Sanfeliú said...

uuu, sé lo que es eso, ese estado, como un mantra.
de no ser por eso, que dura sería la vida, ¿no?

4:47 p. m.  
Blogger Administrador said...

Muy bonito post Vero.
La verdad que nunca he hecho ese ejercicio por 2 razones: Soy Hiperkinético y emocionador precoz. Cada vez que escucho algo que me gusta, inmediatamente me emociono y me desconecto de la realidad.
Me podrías dar el dato del próximo concierto de Gilberto, para ver si así, nosotros tambien logramos dormir toda la noche...

Muchos cariños!
ARC.

12:29 p. m.  
Blogger Fran Pérez said...

Qué bonito. Y me pasó con Serrat el Viernes pasado. Eso pasa con la música, y pasan las cosas y todo cambia. Pero las canciones estarán ahí una y otra vez, y uno mientras tenga orejas, seguirá respirando.
Saludos

1:08 p. m.  

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