martes, abril 25, 2006

Me encanta andar en taxi



La foto que adorna este post no tiene nada, nada que ver con el tema del que quiero hablar. Pero bueno, una es madre, y aunque antes renegaba, decía que yo no iba a ser de esta manera, pues así soy. Babosa por este niño que me alegra las mañanas las tardes y las noches.Vamos a lo nuestro.

Después de una repartición salomónica (en la cual me veo beneficiada por lo que lo último que puedo hacer es alegar), mi marido y yo nos hemos dividido el auto por días de la semana. Un acto simple y de ordenanza familiar, que, la verdad, nos ha hecho la convivencia bastante más simple.

Durante unos días me aventuré en bici hasta el trabajo. pero la flojera y la comodidad me han llevado en poco tiempo, a buscar nuevos horizontes de movilización: el taxi. Ese amarillo con negro, desvencijado, con olor a purificador de lavanda, con un rosario colgando del espejo retrovisor y una malla de pelotitas de madera en el asiento del piloto.

Los taxis son un mundo diferente. Y como la indicación desde mi casa hasta el trabajo es simple, puedo dedicarme a divagar sin prisa, durante todo el camino.
Y me encanta.

Me encanta tener clasificadas las casas de cada cuadra entre las que "viviría" y las que "no viviría" (esa es mi nueva obsesión).Me encanta ir mirando a los pilotos de los autos vecinos y tratar de pensar si yo manejo así. Así de enojada, así de despistada, así de lento.

Me encanta, otras veces muy particulares, hablar con el taxista. Y me he dado cuenta, de a poco, cuáles son sus temas favoritos: el gobierno, el clima y los tacos.

De los tres, el que da para más largo es el gobierno, por eso si se la oportunidad, comentamos todo el camino de tal o cual ministro, de esta o la otra situación internacional y, últimamente, de el tratado con China y sus repercusiones en el mercado nacional. Así de elevada ando a las 8:30 de la mañana.

El clima y los tacos son un tópico de "cortesía", como le llamo yo. O sea, hablemos tres palabritas, yo le doy la dirección y de ahí mejor quedémonos callados y disfrutemos el viaje... No siempre resulta, pero en general, los choferes de taxi son atinados (con sus excepciones, como en todo ¿no?).

Me encanta escuchar esas canciones añosas que siempre tienen puesta los taxistas (¿por qué será?). Dejarme llevar, relajarme. Pensar que este placer, el de que alguien te lleve de un lado a otro se acabará en el momento en que las tarifas suban demasiado. O peor. En el momento en que estás frente a la puerta de tu oficina y no queda nada más que empezar un nuevo día.

miércoles, abril 12, 2006

I want to ride my bycicle


Este es Tobías acercándose vertiginosamente al año.
Ya casi camina.
Ya casi dice mamá.
Ya casi aplaude.
Ya casi todas las cosas que veíamos tan lejanas hace... ¿30 segundos?

¿Y nosotros?
Nosotros tenemos más ojeras, más canas (es cierto), más sueño.
Menos tiempo, menos paciencia.
Pero tanto, tanto para celebrar que esa lista sí que es interminable.
Y eso que a mí no hay nada que me guste más que hacer listas.
Tengo algunas en mente que no voy a decir acá.
O tal vez sí.
Cuando los "casi" sean hechos concretos.