jueves, septiembre 29, 2005

Yo soy


Soy más sur que norte.
Más alta que baja.
Más frío que calor.
Más pisco sour que piscola.
Más oriente que poniente.
Más McCartney que Lennon.
Más silencio que ruido.
Más noche que día.
Más negro que blanco.
Más dulce que salado.
Más pantalones que polleras.
Más zapatillas que tacones.
Más lento que rápido.
Más novelas que ensayos.
Más películas que reportajes.
Más romance que acción.
Más centro que periferia.
Más arriba que abajo.
Más manzanas que peras.
Más perros que gatos.
Más Buenos Aires que Cancún.
Más amigos que amantes.
Más Beethoven que Mozart.
Más Trencitos que McDonald's.
Más casas que departamentos.
Más árboles que desiertos.
Más mar que montañas.
Más risas que llantos.
Más mí misma.
+ Pablo + Tobías

viernes, septiembre 23, 2005

Me pillaron trabajando...


Este es el verdadero cerebro detrás de los artículos y trabajos de su padre y su madre.
Y quien sabe de cuántos otros que profitan de su pluma.
Hemos quedado al descubierto.
Gracias Tobías, por talento concebido.

lunes, septiembre 19, 2005

Mi papá


Mi papá tiene el pelo blanco y dicen que se parece a Donald Sutherland y a don Goyo.
Su manera de caminar es inconfundible. A trancos largos, con la espalda levemente inclinada hacia adelante.
Mi papá cumple 54 años pero él dice que todavía es un adulto joven. Yo creo que en el fondo se niega a ser viejo y por eso se mantiene al día en todo. Tiene su IPod, donde graba música casi a diario. Renueva sus "electrodomésticos" cada vez que siente que la tecnología dio un paso más allá, como en los comerciales.
Mi papá me enseñó que existían Los Beatles cuando yo todavía estaba para canciones de cuna. Gracias a él me gusta la música. Me emociono con Beethoven, reconozco las canciones de la radio antes que empiecen las letras.
A mi papá le gusta el vino. Tanto, que tiene su propio grupo de aficionados, la UTT (Unión de Tomadores de Tinto). Hay pocas cosas tan placenteras para mí como quedarme en una sobremesa eterna con mi copa llena y conversando con él de la vida, hasta tarde en la noche.
Mi papá me hacía "molojitos" en los brazos cuando yo apenas sabía caminar. Eran "relojes" que se formaban con una mascada cerca de la muñeca y que él completaba torpemente con un lápiz pasta.
Mi papá aceleraba como el avispón verde cuando íbamos en auto y yo sentía, de verdad sentía, que el nuestro era, de lejos el ejemplar más rápido de toda la carretera.
Mi papá me enseñó que la mejor hora para ir al mall, es apenas abiertas las puertas para no toparse con NADIE. Porque a él, como a mí, le fascina la ropa y los zapatos, pero no necesariamente pasar horas vitriniando por los pasillos.
Mi papá se ríe y se llena de arrugas alrededor de los ojos. Siempre que pienso en alguien que goce la vida, lo veo a él, disfrutando de lo que tiene, de cómo lo ha pasado hasta ahora.
A mi papá le gusta rabiar cuando maneja. Todos los hacen pésimo. Todos van demasiado lento o demasiado desconcentrados. Le gusta mejorar sus tiempos cada vez que va de viaje y se enoja si un auto al que ya había pasado, le toma la delantera. Y esa pésima costumbre la heredamos por igual, sus tres hijos.
Mi papá es un tipo sencillo. Con sus cosas bien claras. Una buena persona. Amigo de sus amigos. Querendón de su familia.
A mi papá le gustan las chaquetas, las habas, el cabernet, las películas de acción, escuchar radio en el baño, la menta con hielo, el azul, la música, los autos, Valdivia, las camisas, andar en lancha, SU gente, el hielo, mi mamá.
Mi papá es de las mejores personas que me ha tocado conocer en la vida. Me siento afortunada de tenerlo cerca y de celebrar, una vez más un cumpleaños suyo.
Te quiero mucho.

miércoles, septiembre 14, 2005

Lo importante


Hoy por la mañana, mi hermana me emocionó como no lo hacía nadie hace mucho tiempo.
Hemos tenido una vida llena de diferencias pero ahora, la siento más cerca que nunca y eso me hace feliz.
Eso es lo importante.

http://todosobremimano.blogspot.com

lunes, septiembre 12, 2005

Cosas de los hijos de uno...


De nuestro paseo a la playa, puedo sacar varias conclusiones que procedo a compartir a continuación:
A Tobías no le gusta nada el viento. Es más se ahoga si lo expones un rato, por corto que sea, a una corriente.
Salir en familia no implica descansar. Ya no. Lo siento.
Después de la visita a la casa de Neruda de Isla Negra, concluimos (Pablo y yo) que "el poeta" vaya que tenía plata y que qué ganas de tener un bar como ese en la casa de uno. Las colecciones nos parecieron demasiado obsesivas.
Que conversar hasta las tantas con un cielo despejado, el mar frente a uno y ese sonido inconfundible de las olas, es un placer.
No hay nada más rico que comer rico. Y las machas a la parmesana, caben perfectamente en esa definición.
Queremos una primavera con más sol y calor para hacer muchos más viajes.
Porque aunque no descansamos, aunque parecíamos gitanos en la carretera de tanto bolso, aunque las noches no fueron más fáciles que en casa y aunque faltó el asado con amigos para cerrar el fin de semana, salir, los tres en familia, fue un nuevo placer que le agrego a mi vida desde hoy.
Quiero mil viajes, mil sábados fuera de Santiago.

jueves, septiembre 08, 2005

Me voy, me voy...


Pero vuelvo.
Agarro mis pilchas, la cuna, la tina, el coche, los pañales, el chupete, la compota de manzana.
Agarro a mi marido y a mi hijo, y me largo a la playa.
Uff... viajar no es tan fácil como antes que uno echaba el pijama y la escobilla de dientes en una mochila, pero se puede, vamos que se puede.
Unos días con aire de mar nos vienen vien a los tres. Más que bien.
(Es de esperar que este experimento resulte como lo hemos planeado)

martes, septiembre 06, 2005

La vida a medias


No hace muchos días hablaba con mi amigo Ignacio acerca de lo poco constante que he sido en mi vida. Poco constante en general y desde siempre.
Cuando era una pequeña escolar, pasé por todos los deportes que ofrecía el colegio. Por todos. No le hice ni siquiera el quite a la gimnasia rítmica cuando, quienes me conocen, pueden atestiguar la falta de elasticidad que tienen mis ligamentos y articulaciones en general.
Estuve en todos los talleres extraprogramáticos que se ofrecían en el horario. Escribí poesías, compuse canciones, canté en actos de colegio y festivales varios. Bailé cueca con el grupo de folclore en un pueblito diminuto cerca de Curicó que se llama Rauco.
Hice platitos de greda, maquetas y hasta bicicross.
La falta de constancia me permitió aventurarme en instrumentos musicales también. Hasta el día de hoy chapurreo notas si me ponen una guitarra por delante y me sé algunas canciones de la Violeta Parra en mi flauta dulce marca Honner.
He sido tan poco constante, que desde que dejé las aulas, colegiales y universitarias, no he sido capaz de estar más de tres meses seguidos en un gimnasio.
Y no porque no me guste. No es eso.
Es un mal más endémico que tiene que ver con que, al parecer, la falta de novedad me lleva a un lateamiento precoz y fatal.
Me aburro rápido de las cosas, o tal vez las cosas se aburren de mí.
Estas relaciones son de a dos.
Lo bueno de ser poco constante, es que gracias a eso, he podido conocer miles de actividades diferentes. Personas diferentes, lugares diferentes.
La falta de constancia me llevó, irónicamente, a acercame a amigos que hoy son una constante en mi vida.
Las personas.
Eso, al parecer, es lo que tiene una permanencia en mí.
Y no es poco decir.
Al menos yo me siento orgullosa de ello. De ser capaz de estar en pareja hace cinco años y, ahora, de poder proyectarme a través de mi hijo, quien sabe por cuantos más.

jueves, septiembre 01, 2005

Es difícil ser bebé...


¿O no?